Significa “acción” y designa una ley universal de causa y efecto.
Podemos definir karma como un destino maleable, que modificamos en cada minuto en virtud de nuestras acciones, palabras y pensamientos. Estamos todo el tiempo tejiendo nuestro futuro inmediato y distante.
Buena parte del karma es modificable por quien conozca sus principios. Muchas veces pensamos que el karma es inmutable, pero somos nosotros los que tenemos miedo de cambiar. Cualquier mudanza de hábitos, de alimentación, de amistades, de profesión, tiene como consecuencia una alteración enorme en el karma. Alguien predispuesto genéticamente a morir de úlcera de aquí a cinco años, podría alterar ese karma si, simplemente, cambiara de profesión. (Consultar el capítulo sobre karma en el libro Yôga Avanzado o en el Tratado de Yôga.)
Algunos pueden ser modificados, otros atenuados y otros son inmutables.
Los amigos y la familia constituyen el más importante factor de cambio o de estancamiento, pues pueden estimular u oponer resistencia a las propuestas de mudanza en la vida de cualquier miembro de su círculo.
El karma no es bueno ni malo. Es solo acción y reacción.
Dharma significa “ley” y designa cualquier ley humana, ya sea jurídica, religiosa o de costumbres. Mucho de lo que la gente llama karma es, en realidad, dharma.
Egrégora proviene del griego “egrégoroi” y designa la fuerza generada por la sumatoria de energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas, cuando se reúnen con cualquier finalidad. Todas las agrupaciones humanas tienen sus egrégoras características; todas las empresas, clubes, religiones, familias, partidos políticos, etc.